Flor oceánica, testigo mudo de batallas corsarias,
del mensaje indescifrable que la botella arrojada al mar guardaba.
Espectadora del juego de vida y muerte
escenificado por habitantes de oscuras simas,
seres insospechados de formas infinitas.
Bajel que la naturaleza forjó en su oleaje perpetuo,
en su continuo devenir,
troquelando los vértices de tu cuerpo,
los rincones que guardan los secretos milenarios
que se revelan en el espacio doméstico
de mi oído…