Flor oceánica, testigo mudo de batallas corsarias,
del mensaje indescifrable que la botella arrojada al mar guardaba.
Espectadora del juego de vida y muerte
escenificado por habitantes de oscuras simas,
seres insospechados de formas infinitas.
Bajel que la naturaleza forjó en su oleaje perpetuo,
en su continuo devenir,
troquelando los vértices de tu cuerpo,
los rincones que guardan los secretos milenarios
que se revelan en el espacio doméstico
de mi oído…
Me gusta y mucho.
ResponderEliminarPero que hermosa poesía y que hermoso blog
ResponderEliminarme felicito por haberlo encontrado,
un beso.
Gracias Samuel, lo mismo digo de tu poesía...muchos saludos
ResponderEliminarLa poeta revela espacios y formas que llegan al oído de otros.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu poema.
Victoria Luna